Hay un silencio que nos beneficia,
que no proviene de la ausencia, sino de la plenitud interior.
En esos momentos se aprende a ser fuerte,
a afrontar los problemas personales
sin arrojarlos en hombros ajenos,
esas horas enseñan a tener un carácter reflexivo,
profundo y rico.
Hay que vivir esos ratos como básicos
para construir nuestra autonomía.
Son momentos propicios para pensar, meditar, descansar,
reflexionar sobre el pasado, el presente y el futuro.

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