Poemas, relatos y cuentos

Las siete reglas de Paracelso

(Médico y alquimista suizo nacido en 1493. Paracelso quería la unión del alma y el espíritu divino, para concebir el funcionamiento del Espíritu Universal dentro de la Naturaleza)

Las siete reglas de Paracelso

1. Lo primero es mejorar la salud.  Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana.  Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un hábito que debes a tu propia dignidad.

2. Desterrar absolutamente de tu ánimo, por mas motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza.  Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.

3. Haz todo el bien posible.  Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona.  Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.

4. Hay que olvidar toda ofensa, mas aún: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo.  Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablara así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en si, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.

5. Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada.  Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el  Espíritu y te pondrá en contacto con las buenas  influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a veces luminosas  ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiara en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el daimón de que habla Sócrates.

6. Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales.  Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aún de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. Por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia.

7. Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el DIA mañana.  Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien.  Jamás te creas solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños.  Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre.

Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, verás que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden.

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2 Comentarios

  1. a que edad murio paracelso?

  2. Hola Hernán! te contesto porque para mi Paracelso es uno de los personajes más fascinante de su época.
    Philippus Aureolus Theophrastus Bombastus Paracelsus es el nombre latino adoptado por el astrólogo, médico, mago, alquimista y filósofo alemánTheophrast Bombast von Hohenhein. Nació en Einsiedeln en 1493 y murió a los 48 años en 1541 en Salzburgo. Prefiere el enfermo al libro, y las clases humildes a las de buena posición. Viajó por múltiples países, llegando hasta el extremo oriente, entablando amistad con muchos adeptos de las artes ocultas. Se doctoró en Italia, en la universidad de Ferrara. Realizó curaciones, en ocasiones prodigiosas, ganándose la admiración de personajes importantes; entre ellos Erasmo de Rotterdam, el sabio más famoso de la Europa del siglo XVI, por cuya recomendación fue médico oficial de la ciudad de Basilea y profesor de la facultad de medicina. Anteponía las medicinas minerales a las vegetales, más comunes en la época. Sostenía que un desequilibrio de los tres principios hipocráticos: azufre, mercurio y sal en el cuerpo humano o en alguno de sus órganos era causa de enfermedad.

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