El pájaro azul – Cuento

Este es un antiguo cuento. Y también trata de un príncipe que comenzó a ponerse triste y a enfermar cada vez más. Iba perdiendo el apetito, las fuerzas y las ganas de vivir. Nadie acertaba con el remedio. La tristeza se apoderaba día a día de su alma y la enfermedad de su cuerpo.

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Como siempre sucede en estos cuentos, se consultó a todos los médicos.
Adivinos y curanderos del reino. Cada uno decía una cosa diferente. No se ponían de acuerdo. Y el príncipe estaba que se moría.

Y volvieron a llamar al viejo sabio de la montaña, que vivía como ermitaño en medio del bosque de las laderas. Le dijeron que bajara pronto, porque el príncipe se estaba muriendo de pena y nadie acertaba con lo que era bueno para su curación. Lo trajeron casi corriendo, por miedo a llegar tarde.

Cuando al final los dejaron solos, el sabio anciano escuchó claramente al joven príncipe, que le descargó todo lo que llevaba en su corazón.

Le comentó que amaba mucho las flores y los pájaros, pero que en su palacio no encontraba nada que valiera la pena. Que le habían hablado de otras regiones, con climas diferentes y bosques más tupidos, donde las flores eran más bonitas y los pájaros más fascinantes. Y que en verdad él se moría de pena por no tener esas flores y esos pájaros.

El anciano reunió entonces al rey y a todos los de la corte y les comunicó que el príncipe se estaba muriendo de nostalgia. Que alguna vez había conocido un pájaro azul y que no se curaría hasta volver a encontrarse con él. Que el único remedio era que se fuera por el reino y por el mundo en busca de ese pájaro. Que solo hallaría la paz para su pobre corazón cuando lo encontrara.

El rey hizo que le prepararan los mejores caballos, y los equipó con las mejores armas de todo el reino. Y una mañana llena de sol el joven príncipe partió en busca de lo que anhelaba.

Recorrió todas las provincias buscando, siempre buscando. Encontró pájaros verdes, amarillos, colorados, violetas, anaranjados. Pero azul, lo que se dice azul, no encontró ninguno.

Cruzó entonces las fronteras y recorrió otros países. Y nuevamente pudo admirar aves de todo tipo, tamaño y colores. El pájaro azul, sin embargo, no se encontraba tampoco en aquellas latitudes.

Y así fueron pasando los meses y los años. Los caballos fueron envejeciendo, y se iban muriendo uno a uno. Las armas se fueron oxidando. Los cabellos de su cabeza comenzaron a ponerse blancos, cada vez mas blancos Y su búsqueda continuaba cada vez menos esperanzada. Hasta que al final decidió regresar derrotado a su pueblo.

Llegó un atardecer. Nadie lo reconoció ni salió a su encuentro. Llegó hasta el portón del palacio y allí dejo su vieja cabalgadura y sus armas derrumbadas. Cuando se decidió, iba a entrar por la puerta principal, vio la gran pajarera donde había tenido sus aves preferidas. Y descubrió con asombro el pájaro que buscaba, no era azul lo que se dice azul. Pero era el más azul de todos los que había visto en aquellos años de búsqueda.

Búsqueda que lo había preparado para vivir con este hallazgo.

Mamerto Menapace

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