Imagínese que va al supermercado de su barrio y compra un paquete de brócoli congelado porque se siente atraído por la bonita presentación del envoltorio.
Cuando llega a casa continúa tan atraído que echa a la basura el contenido del paquete y se dispone a cocinar el envoltorio. Cuando se sirve el envoltorio en el plato, se da cuenta de que si eso es todo lo que va a comer se quedará con hambre.
Su vida quizá se asemeje a lo que he relatado. Es posible que esté prestando tanta atención al paquete de su verdadero yo, que desperdicie el contenido esencial. Su forma es el paquete, y aunque su belleza y aspecto puedan parecer de primera magnitud, su función primordial consiste en contener el resto de su magnífica humanidad. El recipiente no puede darle el placer, la satisfacción y el alimento que le dan los contenidos.
Aunque usted no pueda ver lo que hay dentro del bonito paquete, sabe que sea lo que sea le proporciona un alimento importante e insustituible. Si toda una vida se centrase exclusivamente en el paquete (la forma), acabaría produciendo un yo espiritualmente desnutrido y bastante infeliz.
Wayne Dyer
¡¡ excelente!! gracias Tamara,¡ feliz 2014 ! besitos
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